NOSOTRXS

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Comunidades experimentales en residencia.
Un diálogo entre Alessandra Mattana (Fondation L’Abri), Marina Quesada y Paula Baró (LODO), y Maya Errázuriz (Fundación Mar Adentro). 

Marina Quesada (LODO – AR): Muchas veces cuando un artista aplica a una residencia para trabajar con la comunidad, se piensa en trabajar con ellxs.  Me parece interesante superponer nosotrxs y otrxs; y más que con la comunidad, pensarnos en comunidad: una residencia como un espacio de creación de un nosotrxs. Desde ese  experimento, podemos abrazar conflictos o tensiones y aceptar el encontrarnos con algo siempre distinto. Si queremos formar parte de una comunidad diversa, van a haber tensiones, pero si dejamos que convivan, nada se somete.

Alessandra Mattana (L’Abri – CH): Parece que ser comunidad ha cobrado cada vez más relevancia, particularmente en el contexto del cambio climático, las crecientes desigualdades y la polarización política. Tengo la impresión de que el ejercicio de experimentar con diferentes formas de estar juntos se ha ido imponiendo ya no como una elección sino como una necesidad. Y en ese sentido, creo que una residencia resulta ser un escenario que permite probar y reinventar creativamente el “nosotrxs”, como lo acabas de decir Marina. Entonces, la pregunta que sigue es ¿quiénes somos “nosotrxs”?

Paula Baró (LODO – AR): Siempre somos lxs otrxs. Aunque también es una pregunta sin solución. Me parece que las comunidades de residencias estamos habitando políticamente de una manera muy fuerte esta desromantización de nosotrxs y ellxs. Las residencias permiten construir realidades o espacios que combinan cosas, personas y situaciones creadas utópica o artificialmente. En los últimos veinte años el arte viene pensando y deconstruyendo mucho qué y cómo estar juntxs.

Maya Errázuriz (FMA – CL): Si nos detenemos en los orígenes de las residencias, el propósito principal posicionaba al artista en el centro, con el objetivo de apoyar su trabajo y fomentar la producción cultural. Eso ha ido transformándose a lo largo del tiempo y los artistas han tomado un rol mucho más significativo en qué es lo que vienen a aportar a un otro en un determinado espacio y tiempo. Pero este nuevo rol del artista como alguien que viene a entregar o extraer conocimiento también presupone tensiones, las que son importantes de abordar al momento de pensar en cómo interactuar con la comunidad que rodea la residencia. Y en el caso de nuestro programa de residencias, que nos situamos en un lugar destinado a la conservación de la naturaleza, también conlleva otro entendimiento de relación con comunidad que genera paralelos con las tensiones entre lo humano y lo no humano. Entonces, empezamos a percibir ciertas capas de interrelación que se superponen: humano/naturaleza – residencia/comunidad – artista/equipo anfitrión. 

AM: A estas distintas capas también le sumaría el ecosistema formado por el propio grupo de artistas en residencia. En el caso de L’Abri, cada año damos la bienvenida a una decena de artistas de muy diversos orígenes y prácticas a participar de una residencia abierta y de larga duración. Lo que hemos visto es que de forma muy orgánica los artistas empiezan a contaminarse por el encuentro entre pares: intercambian prácticas, aprenden unxs de otrxs, colaboran en diferentes acciones y proyectos, y se cuidan. Poco a poco todo eso pasa a formar una creciente interacción intergeneracional entre grupos pasados y presentes de residentes, que transforma este grupo híbrido en una colectividad en constante evolución.

MQ: ¿Puede una residencia operar sin una mirada colonialista en relación al trabajo con comunidades? Muchas veces sucede sin intención. Es un ejercicio constante no reproducirla. Me parece importante reflexionar sobre el “tomar” o “dar” en relación a una comunidad; más que enseñar o incluso ofrecer, imagino observar el trabajo en comunidad como un proceso de potenciales aprendizajes mutuos tanto para la artista como para las personas con las que se relaciona. 

ME: Si tuviéramos que caracterizar un intercambio significativo en una residencia, ¿cómo lo describirían? 

AM: Creo que un intercambio significativo es aquel que no deja impertérritos a sus participantes, uno que invita a participar de forma transformadora no solo con las artes, sino con la ecología y la justicia social. Implica cuidado y acción, trabajar a través de las diferencias, estar abierto a la contaminación y al cambio.

PB: Me pregunto, ¿hasta dónde llega la comunidad que queremos formar? En el caso de LODO, tenemos una trayectoria de haber empezado poniendo en el centro de la escena a lxs artistas e ir transformándonos en orientar nuestro trabajo hacia el contexto y lo comunitario en relación a las personas y las investigaciones con las que elegimos trabajar. Hoy buscamos interactuar no solamente con artistas académicos o de una determinada formación centrada en el arte autónomo, sino también con otras formaciones y saberes. La tensión entre lo humano y no humano nos interesa también; los vínculos con los seres vivos no humanos, con la naturaleza de la que somos parte o plaga, con la tecnología, y el cómo interactuar con esa comunidad más amplia desde mi laptop hasta el bosque. 

ME: Esa transformación que describes pienso que también tiene que ver con una creciente apreciación por el artista-investigador y el arte como disciplina que explora y descubre ciertas visiones de un territorio. El arte tiene una gran capacidad de tender puentes entre distintos conocimientos para visualizar conflictos/tensiones de un lugar, difundir desde otro lenguaje ciertos conocimientos de una comunidad, o juntar a personas que posiblemente nunca se hubieran juntado. Nosotrxs vemos las residencias como una metodología que permite hacer convivir distintos saberes y desde ese lugar trabajar juntxs.  

PB: Para nosotras también se trata sobre generar espacios de inmersión, de flotación, donde otras lógicas sean posibles. Me quedó dando vuelta lo que comentó Marina sobre estar juntos sin comernos las diferencias. Para mí siempre era muy importante consensuar –en lo personal, con los colectivos en los que trabajaba–, y con los años empecé a estar más de acuerdo con el viejo sistema democrático de votar; saber quiénes ganamos y quiénes perdimos, saber con qué porcentajes de apoyo, desacuerdo, o sin postura, se realiza una acción, y de esa manera implementar decisiones colectivas respetando las diferencias. 

MQ: También otras veces lo colectivo se une en pos de una intuición por la confianza que lxs une, y se impone, orgánicamente y con conciencia, una fuerza individual. Es un imponerse consensuado.

PB: Es darle valor a que las decisiones sean tomadas de muchas maneras, desde lo racional a las intuiciones, sentimientos, y deseos. Entonces como curadoras y como artistas es importante aportar con espacios de confianza para que esas diferencias sean investigadas. 

AM: Los espacios de confianza y afecto son favorables para la creatividad, y son críticos para abrir canales de comunicación entre los diferentes actores de una comunidad.

ME: Una parte importante de las residencias se centra en conocernos, establecer conexiones y compartir. Y así, pasan a ser “experimentos de convivencia”: una instancia de crear comunidad con personas de distintos lugares que se juntan en un espacio/tiempo determinado y que aprenden a convivir muy rápidamente. 

PB: Esas semanas o meses de convivencia acelera un vínculo y genera también una red.

MQ: En este sentido, también las residencias virtuales están permitiendo crear este tipo de lazos, aunque sea de otra manera.

AM: La pandemia de Covid-19 aceleró la forma en que construimos comunidades a través de encuentros virtuales, pero paradójicamente también reforzó el valor de la desaceleración en lo que respecta a la creación artística, donde los procesos de investigación más largos han cobrado mayor importancia por sobre una obsesión de productividad. Este cambio está muy alineado con el núcleo de nuestro proyecto, en el que el tiempo es un elemento clave para que surjan transformaciones, ideas, y comunidades.

ME: Rescato lo que mencionas sobre el tiempo. Un trabajo en comunidad requiere un tiempo profundo para que sea significativo, pero también observación y escucha. Como anfitriones/organizadores de una residencia, pienso que una de nuestras principales labores es tener muy identificado los circuitos existentes de un territorio y entender cómo se pueden potenciar esas acciones latentes y presentes.  

AM: Absolutamente, hablamos mucho de horizontalidad en el contexto de las residencias. Los organizadores de la residencia deben centrarse en “mirar alrededor” en lugar de “mirar hacia adelante”. Reconocer y reforzar los vínculos con los circuitos locales existentes es importante para alimentarnos mutuamente a través de la circulación del conocimiento.

PB: Esto es algo que tiene que funcionar en muchos niveles, en el programa, en la forma de convocatoria, en la forma de relacionarnos con otras instituciones, en la forma de hacer circular ideas y saberes. Me quedo con que el trabajo en comunidad se asimila a esta misma conversación, un ejercicio de intercambio en el que identificamos que tenemos muchas cosas en común a pesar de nuestras valoradas diferencias. 

From June 15 through August 15, 2022, NOA resident artists may submit their applications.

El presente texto es el resultado de un diálogo que tuvo lugar en el marco del Encuentro de Residencias organizado por el Centro de Creación y Residencia NAVE (Chile) entre los meses de marzo y junio de 2021.


El Encuentro contó con apoyo de la Fundación Suiza para la Cultura Pro Helvetia Sudamérica.


L’Abri da cobijo a creatividades decididas a metamorfosear cualquier estado de guerra. Cada año, acompaña a una docena de artistas emergentes de distintos campos artísticos ofreciéndoles espacios de trabajo, poniéndoles en contacto con diversos profesionales y cultivando el diálogo entre instituciones culturales y artistas a escala regional e internacional


Fundación Mar Adentro creada el 2011 para generar experiencias colaborativas que vinculan arte y ciencia para desarrollar aprendizajes, conciencia y acción por el cuidado de la naturaleza.


NAVE es un Centro de Creación y Residencia ubicado en el Barrio Yungay, en el corazón de la ciudad de Santiago de Chile, en una casona patrimonial recuperada por el reconocido arquitecto nacional Smiljan Radic. El espacio abrió sus puertas en septiembre de 2015 y es un proyecto de la Fundación Patrimonio Creativo.

 

LODO es una Plataforma de intercambio, producción y circulación de artes vivas que opera desde el 2014 con base en Buenos Aires. A partir de un trabajo que tiene su foco puesto  en Latinoamérica y su diálogo local con el resto del mundo,  ha celebrado en sus casi 10 años de trabajo, 5 ediciones de su Festival e impulsado más de 60 residencias, becas de formación, talleres e intercambios en distintos territorios.


web

https://fundacionmaradentro.cl/

https://nave.io/ 

www.labrigeneve.ch

www.lodo.com.ar

 
 
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